20 de octubre de 2011

Catherine, la musa de Atlus.

La cosa va de anime últimamente. Si ayer hablaba del bonito Ni No Kuni de Studio Ghibli, hoy le toca a Catherine, el título más desconcertante de la desarrolladora nipona Atlus. Los creadores de la saga de RPG Persona tienen mucho que agradecerle a esta nueva IP, que se ha convertido en todo un hito para la empresa tanto en Japón como en Estados Unidos.

Desde el primer momento, la expectación en torno a Catherine fue muy elevada. La compañía detectó mucha expectación también en el mercado occidental. Las críticas eran positivas y aumentaban el potencial del producto. Al final, ya se han logrado vender más de 500.000 unidades entre Estados Unidos (donde Atlus ha obtenido récord personal) y Japón (en Europa lo veremos a principios de 2012). Como consecuencia, mientras que la matriz Index ha sufrido pérdidas, la división de videojuegos ha presentado beneficios.
¿Y por qué tanta expectación, buenas palabras y unidades vendidas? Primero por su estética y su trama, ambas con un tono adulto.  Las imágenes y vídeos hablan por sí solos del aspecto visual del juego, similar al de muchas películas de animación japonesa, con tonos oscuros y ciertas dosis de erotismo. 

En cuanto a la trama, la aventura narra la vida de Vincent, un treintañero de vida rutinaria y sin ningún interés, con un trabajo monótono y una novia llamada Katherine. Sin embargo, cuando su chica comienza a hablarle sobre el matrimonio, algo se descoloca en su insulsa vida. El protagonista acaba engañando a la muchacha con otra joven de nombre Catherine. Es ahí cuando comienzan las pesadillas y los elementos oníricos comienzan a aflorar en la historia.
Lo cierto es que este argumento es lo suficientemente llamativo como para atraer de inmediato la atención de cualquiera pero, ¿en qué demonios consiste el juego exactamente? Pese a las apariencias, Catherine no es un RPG ni una aventura gráfica sino una aventura de puzles.  Nuestra misión en cada nivel/pesadilla es ayudar a Vincent a escalar diversas torres de bloques.

Sí, amigos, ¡escalar torres de bloques! Lo mismo es adictivísimo (¿acaso no lo es el Tetris?), pero lo cierto es que a uno le deja un poco frío descubrir que en realidad todo se reduce a esto. O la historia es tan interesante como para mantenernos enganchados a la pantalla durante horas, o el desarrollo esconde algo que cuesta ver a simple vista. Son las dos únicas explicaciones que se me ocurren para que se haya generado semejante interés por el juego.